25.3.14

Marcar el 4 y lo que sigue (cosa de hombres)

Manuel está sentado, al borde de la cama de sus padres. El tubo blanco, pesado, apenas sostenido con esa mano izquierda que siempre le resultó esquiva. Marca. No llega a completar los 8 números y apoya el tubo. Corta. Piensa.Nervios... 
Aprieta los dientes y vuelve a marcar, con todo el coraje del mundo: 
- Hola? 
- Hola... si... esteeem... está Daiana? 
- De parte de quién? 
- Manuel.
- Ya te paso... 


Manuel no sabe de que hablan, pero hablan!





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Él solamente quería escuchar su voz, distinta a como sonaba todos los días en el aula. Quizás la quería escuchar sin ruidos, sin acoples, sin murmullos. Además, eran ella y él. Eso era la felicidad, medida en pulsos, pero felicidad al fin. "Que nunca se termine esta conversación", pensaba. Y así actuaba. Nunca, nunca cortó siquiera el final de una frase, el sonido de la exhalación. El punto final, agotada seguramente, siempre lo ponía ella. Luego de que ella se despidiera, Manuel miraba a la nada dos segundos, cerraba los ojos, hacía a un lado el tubo y, en la almohada que sus padres aplastaban todas las noches, él apoyaba sus labios.